ANÁLISIS FORENSE DE UN ZORZAL
Durante una serie de transectos realizados por el Parque Natural de Somiedo (Asturias) con intención de rastrear el oso cantábrico, localizamos el cuerpo de un zorzal alirrojo al borde de un camino.
Durante una serie de transectos realizados por el Parque Natural de Somiedo (Asturias) con intención de rastrear el oso cantábrico, localizamos el cuerpo de un zorzal alirrojo al borde de un camino. El cadáver era muy reciente, aún no había perdido del todo el calor corporal, los ojos no habían comenzado a deshidratarse, el “rigor mortis” no había empezado a mostrar síntomas, no presentaba la placa cadavérica ocasionada por el “livor mortis” y los invertebrados aun no lo habían encontrado. Todos estos parámetros indicaban que el ave había muerto hacia menos de una hora.
Cuerpo de un zorzal alirrojo localizado al borde del camino. Fotografía: Jorge Ortiz.
El cuadro postural del cuerpo nos indicaba que el túrdido había muerto en un lugar elevado para posteriormente caer al camino, ya sea en una de las ramas del avellano que se encontraba a su lado o volando, pues estaba tendido boca arriba. En las aves, la mayor parte de la masa corporal se concentra en la musculatura pectoral tan necesaria para el vuelo, lo que condiciona la situación del centro de gravedad inclinándolo hacia delante. Por este motivo, si la muerte del pájaro sucede durante el vuelo o en lo alto de un posadero, el cuerpo cae a plomo, adoptando una postura de “gota de agua” y recibiendo el impacto contra el suelo con la nuca. Tras dicho impacto, el cuerpo queda tendido boca arriba en el suelo con aspecto relajado. En este caso, el cuerpo pertenecía a un zorzal alirrojo, un ave con gran tendencia a posarse en el cuello y corretear pero que rara vez se posa en ramas, por lo que probablemente había muerto mientras volaba.
El cadáver se encontraba en mitad de un hayedo, lo que eliminaba posibilidades de electrocución o colisión contra un cable eléctrico, de todas formas decidimos observar el cuadro postural con mayor detenimiento. La relajación presentada en las extremidades descartaba no solo el impacto sino también el veneno, el animal había muerto sin sufrimiento. Solamente quedaban dos opciones, disparo o predación. La caza de zorzales es legal durante la media veda, momento del año en el que nos encontrábamos, por lo que decidimos extender sus alas para buscar daños en el plumaje ocasionados por perdigones. Sin embargo, los cañones y banderas de sus plumas se encontraban en perfecto estado.
Al no tratarse el zorzal alirrojo de una especie protegida, la manipulación de sus restos mortales no constituyen un delito, por lo que decidimos cogerlo para buscar lesiones de algún tipo. Tuvimos éxito, pues en su espalda había marcas de consumo producidas por un predador, eran similares a las dejadas por el pico en forma de gancho de determinadas especies de rapaces, pero, ¿Por qué estaba tirado en el camino sin apenas consumir?
Tras una inspección del entorno descubrimos que a medio metro del cuerpo se encontraba un pequeño tocón seco, que para rapaces forestales como el azor o el gavilán, podría servir como posadero. Tras un vistazo a la parte superior del tronco encontramos varias plumas de zorzal dobladas, por lo que el predador debía ser un ave. Llegados a este punto, existen únicamente dos posibilidades:
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Las plumas pertenecen al mismo individuo que estamos investigando o
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Las plumas forman parte de otro rastro de predación sobre un zorzal más antiguo, sin ninguna conexión con nuestro cadáver
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